Friday, January 05, 2007

El despertar del SID (Parte 6: El diamante en bruto.)

Transcurrieron los dias con normalidad...
Mi relación con Marcela se fué deteriorando cada días mas sobretodo porque la dieron de baja por reprobar muchas materias en la prepa. Ya ni siquiera andaba con el Pato.
(En ese momento no lo sabía pero despues de la preparatoria, ya nunca jamas volvería a ver a Marcela nuevamente en mi vida.)

Yo me propuse aprender todo lo que me fuera posible de Roberto, hacía lo que el me pidiera sin preguntar, tenía en mi mente el objetivo único de aprender a enamorar y nadie podía quitarme esa idea de la cabeza; por este motivo, permanecía pegado a Roberto noche y día.

Lo primero que hizo Roberto (lo recuerdo perfectamente) fue cambiar completa e integramente mi aspecto físico. El decía que mi imagen era mi carta de presentación.
Fué la primera vez que cuando me miré en un espejo, realmente pude ver con detalle mi imagen física.
Siempre estaba como agachado (mas no jorobado), con unos lentes que lejos de ayudarme me desgraciaban todo, eran grandes, esteticamente feos y hasta chuecos. Un corte de pelo exactamente igual al que usaba desde la primaria, mi ropa eran puras camisetas (que daban en la coca cola a cambio de fichas) y pantalones muy flojos de mezclilla. A eso agreguemos que me cambiaba cada tercer día de ropa, por lo que repetía el mismo atuendo al siguiente día.
Roberto hasta me señaló mi forma de caminar, siempre mirando al suelo y de una manera atarugada (de tarugo o pendejo) entro un sin número de detalles.

Cada momento que permanecía al lado de Roberto, era una serie de constantes aprendizajes. Detallitos unicos con muchisimo valor y enseñanza.
Por ejemplo, un día estando en su depa (el cual en ese tiempo estaba solo) le llamó una amiga, para platicar; el wey para agarrarme desprevenido me hizo platicar con ella sin conocerla. Esta de mas el decir que la pobre chava se aburrió horrible con mi plática. Durante nuestra charla había pausas eternas de silencio, en el que ni ella decia nada y yo no sabía ni que chingaos preguntarle. Roberto me dijo posteriormente que cuando platicaras con una chava, nunca pero nunca permitieras esta serie de espacios largos de silencio, incluso me pasó el "tip" de que siempre tuviera algun tipo de conversación "de emergencia" para cuando ya no supiera ni que decir. Cuando estaba platicando con una chava y nos quedaramos los dos callados, yo siempre le comentaba acerca del clima, que hacía mucho frío o mucho calor, ya posteriormente y con mas experiencia, les sacaba platica de su vida, gustos, aficiones, en fin, cosas mas interesantes.

Un día caminando por el centro, a Roberto le dió sed y fuimos a comprar un agua a una nevería. Yo pedí una de horchata y cuando la chava me dió mi agua, Roberto le sonrió y la chava le contestó su sonrisa con otra sonrisa, Roberto le dijo que tenia una sonrisa muy bonita y la chava se sonrió mas y se puso un poco roja, Roberto le pregunto su nombre y posteriormente le pidió su agua de fresa.
Les juro que la chamaca esta le sirvió casi el doble de agua que a mí. Nos cobró y nos fuimos. Cabe señalar que la chava no estaba para nada bonita, de hecho estaba un poco fea.

Fue otro detalle que Roberto tenía; Roberto siempre se mostraba atento y amable con todo tipo de mujeres, con las chavas bonitas, feas, nacas , fresas, agresivas, nerds, etc. El nunca marcaba diferencia en su trato encantador y lindo. Yo le pregunte que porque era si hasta con las feas, con una chava bonita se comprendía, pero con las feas que onda. El me dijo que esas amigas o chavas feas, generalmente tienen amigas mucho muy bonitas, y si te ganas a las chavas feas, es seguro que te ganes (por medio de ellas) a las bonitas... siempre es mas facil hablarle a la chava fea para que te presente a la bonita... que hablarle directamente a la bonita; ademas si te ganas a las amigas, pueden ser una gran ayuda en el momento de enamorar...

Asi pudiera yo comentarles un sin fin de anecdotas que iba aprendiendo de Roberto, que en un determinado momento eran tantas que lo que hice fue ir escribiendo en un cuaderno de hojas amarillas, todo lo que iba aprendiendo. (Ese cuaderno amarillo valia oro puro)

Fue de esta manera y a traves del tiempo que el diamante negro (o sea yo) se fué poco a poco puliendo; sin embargo, no era ni el comienzo de lo que vendría mas adelante.
A partir de ese momento me di cuenta de que realmente podía....

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